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BALMASEDA

Balmaseda, villa situada en la comarca de las Encartaciones, la más occidental de Vizcaya, fue fundada el 24 de enero de 1199 por Lope Sánchez de Mena. Se ubicaba en el Camino Real entre Bilbao y Castilla, por donde llegaban la lana, el grano etc. para su exportación.
Celebraba dos Mercados semanales y contaba con Aduana de puerto seco. Tuvo Importante Judería hasta la expulsión en 1486. Fue una destacada villa Ferrera con una floreciente industria del cobre y del hierro. A finales del siglo XIX llegó el tren de La Robla.
Su patrimonio monumental abarca la Iglesia de San Severino gótica del siglo XV, el Ayuntamiento del siglo XVIII, Iglesia – Museo de San Juan, Convento de Santa Clara del siglo XVII, varios palacios y casonas, y la joya del Puente Medieval.

 

Texto: Julia Gómez Prieto

PATRIMONIO INDIANO

  Juan de la Piedra Verastegui, mercader de plata en Panamá falleció en 1644. En testamento ordenaba la construcción de un Convento de Clarisas.

   El conjunto tiene tres edificios, Convento Iglesia y Preceptoría. El convento se consagró en 1666. Consta de planta baja con claustro. Actualmente es un hotel de 20 habitaciones (las antiguas celdas), patio, y comedor en el refectorio. La Iglesia tiene una nave y una cúpula, cinco retablos barrocos, coro con gruesa verja y un órgano rococó de 1777. Hoy alberga el Museo de la Pasión de Balmaseda.

Texto: Julia Gómez Prieto.

   Marcos Arena fue a México en 1868 y trabajó con sus tíos Bermejillo en la industria textil. Regresó en 1888 y fundó en 1892 la fábrica Boinas La Encartada a orillas del Cadagua, sobre un antiguo molino.

    La boina, prenda de pastores y campesinos la pusieron de moda los Carlistas.

  Se encargó toda la maquinaria a Inglaterra. Se usaba lana castellana y más tarde australiana. Los empleados oscilaron entre 70 y 130, mayormente mujeres y balmasedanas. La fábrica se cerró en 1982. Se restauró totalmente y se abrió en 2007 como Museo de la Industria Textil Vasca.

Texto: Julia Gómez Prieto.

   La Iglesia de San Severino es el edificio religioso más importante de Balmaseda, de estilo gótico del siglo XV con torre del siglo XVIII, interior de tres naves con seis grandes columnas y bóvedas de crucería.
   Juan de Urrutia, comerciante con América desde Sevilla, hizo construir la capilla para su enterramiento. Es una de las mejores capillas ochavadas del Renacimiento español. Para su construcción se concedió licencia en diciembre de 1534.

   La joya es el Altar con retablo de un Santo Cristo junto a la Virgen y San Juan, y junto a ellos San Pedro y San Andrés, todos en tallas policromadas. Es obra del cantero montañés Juan de Rasines, del taller del artista flamenco Guiot de Beaugrant. El Cristo es de Martínez Montañés.

Texto: Julia Gómez Prieto.

   El Órgano se ubica sobre la puerta principal y bajo un bello rosetón gótico. Instalado en 1892, es obra de Arístides Cavaillé-Coll, el más importante fabricante francés de órganos del siglo XIX. Fue una donación del indiano Martín Mendía y Conde por un importe de 35.000 pesetas. El instrumento fue restaurado en 1999 y se suelen celebrar conciertos que ponen de manifiesto un sonido excepcional.

Texto: Julia Gómez Prieto.

 Se trata de dos tumbas de estructura tardo gótica reaprovechadas a principios del siglo XX. En el sepulcro de la izquierda está enterrado Pío Bermejillo Martínez- Negrete. La talla es obra del escultor modernista Agustín Querol de 1906. A la derecha está inhumado el indiano Benito Arena Bermejillo. El conjunto escultórico es obra de José Quintana, imaginero cántabro, amigo de Victorio Macho.

Texto: Julia Gómez Prieto.

   El indiano Martín Mendía hizo edificar estas Escuelas en 1920. Es un edificio de tres bloques soldados con un acceso doble en arco apuntado, dentro de otro más grande. Tiene pequeña espadaña y cruz sobre una peineta con la inscripción “Escuelas Mendía “en letras góticas. Es obra de Pedro de Asúa, arquitecto y sacerdote que fue elevado a los altares como Beato en 2014, por el Papa Francisco.

Texto: Julia Gómez Prieto.

   El indiano Pío Bermejillo Ibarra dejó un legado de 125.000 ptas. para construir unas Escuelas Públicas, en un solar cercano a la iglesia de San Juan. Las diseñó el arquitecto Severiano Sainz de la Lastra y se concluyeron en 1887. El edificio es ahora la sede de la Casa de Cultura – Kultur Etxea, de la Biblioteca Municipal y del Archivo Histórico de la villa.

Texto: Julia Gómez Prieto.

   Es un soberbio palacete indiano construido por Martín Mendía y Conde a finales del siglo XIX, ubicado en el Paseo de la Banqueta. El arquitecto fue su sobrino Pedro de Asúa y Mendía. Este edificio tuvo uno gemelo anexo, propiedad del también indiano Juan Bautista Hernández Gorrita, que fue derribado para construir la Casa Parroquial y el Ateneo Municipal.

Texto: Julia Gómez Prieto.

   Este palacete más pequeño, es de principios del siglo XX. Lo levantó Crisanto Julián Calvo Ulacia, indiano de Cuba que la dedicó a residencia estival justamente al lado de los anteriores. Es una casa ecléctica de tres plantas, con cubierta de pizarra al estilo inglés y formas de neomedievalismo belga. La llamó “Villa Lola” en honor a su esposa. Actualmente alberga 12 viviendas unifamiliares.

Texto: Julia Gómez Prieto.

   Obra del escultor bilbaíno Higinio de Basterra (1876 – 1957) es una figura sedente de proporciones naturales. El cuerpo del indiano se inclina levemente hacia la izquierda y apoya sus manos en un paraguas. Tiene un rostro pensativo, severo y realista que vigila el paso del tempo desde la altura. Sin duda recuerda el estilo de Rodin. Desde 1999 está situada en la Plaza de San Severino.

Texto: Julia Gómez Prieto.

   El Museo de Historia de Balmaseda se halla ubicado, desde 1999, en la iglesia de San Juan, pequeño templo de una sola nave, del siglo XV. El retrato de Martín Mendía es una bella obra de Juan de Barroeta y Anguisolea (1835 – 1906) que fuera el retratista preferido por la sociedad bilbaína del siglo XIX. Es del año 1892, en formato 3/4, con una figura llena de elegancia y naturalidad de Mendía, de pie, un clásico retrato romántico español de la época.

Texto: Julia Gómez Prieto.

   Es una obra de Francisco Díaz Carreño, discípulo de Federico Madrazo, realizada en 1889. Fue encargada por el propio municipio, como retrato póstumo. Es una figura elegante, sentada en un silloncito delante de una cortina roja. Destaca la cadena del reloj y la barba clásica de la época.

Texto: Julia Gómez Prieto.

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